Pablo Neruda

Alturas de Macchu Picchu

Hundí las manos
en los pobres dolores que mataban la muerte,
y no encontré en la herida sino una racha fría 
que entraba por los vagos intersticios del alma.
 

VI

ENTONCES en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchuu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no encontró en las dormidas vestiduras.
En ti como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.

Alto arrecife de la aurora humana.

Pala perdida en la primera arena.

Esta fue la morada, éste es el sitio :
aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

Miro las vestiduras y las manos
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro,
que miró con mis ojos las lamparas terrestres
que aceitó con mis manos las desaparecidas 
maderas : por que todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes,
se fue, cayó a la tierra.

Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos :
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.
 

VII

MUERTOS de un solo abismo, sombras de una hondonada,
la profunda, es así como el tamaño
de vuestra magnitud
vino la verdadera, la mas abrazadora
muerte y desde las rocas taladradadas,
desde los capiteles escarlata
desde los acueductos escalares
os desplomasteis como en un otoño
en una sola muerte.
Hoy el aire vacío ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.

El sostuvo una mano que cayó de repente
desde la altura hasta el final del tiempo...
Ya no sois manos de araña débiles
hebras tela enmarañada :
cuando fuisteis cayó : costumbres sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.

Pero una permanencia de piedra y de palabra :
la ciudad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada :
este arrecife andino de colonias glaciales.

Cuando la mano de color de arcilla
se convirtió en arcilla, y cuando los pequeños párpados  se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada :
el alto sitio de la aurora humana :
la mas alta vasija que contuvo el silencio :
una vida de piedras después de tantas vidas,
 

VIII

SUBE conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera
la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras cristal y frío, aire golpeado
apartando esmeraldas combatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.

Amor, amor hasta la noche abrupta,
desde el sonoro pedernal andino, 
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.

Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,
cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y castiga despertando al cielo, 
qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina ?

Quién apresó el relámpago del frío
y le dejó en la altura encadenado,
repartido en sus lagrimas glaciales,
sacudidas en sus rápidas espadas,
golpeando sus estambres aguerridos,
conducido en su cama de guerrero,
sobresaltado en su final de roca ?

Qué dicen tus destellos acosados ?
Tu secreto relámpago rebelde
antes viajo poblado de palabras ?
Quién va rompiendo sílabas heladas,
idiomas negros, estandartes de oro,
bocas profundas, gritos sometidos,
en tus delgadas aguas arteriales ?

Quién va cortando párpados florales
que vienen a mirar desde la tierra ?
Quién precipita los racimos muertos
que bajan en tus manos de cascada
a desgranar su noche desgranada
en el carbón de la geología ?

Quién despeña la rama de los vínculos ?
Quién otra vez sepulta los adioses ?

Amor, amor, no toques la frontera,
ni adores la cabeza sumergida :
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y, entre el agua veloz y las murallas,
recoge el aire  del desfiladero,
las palabras láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor a flor, por la espesura,
pisando la serpiente desdeñada.

En la escarpada zona, piedra y bosque,
polvo de estrellas verdes, selva clara,
Mantur estalla como un lago vivo.
o como un nuevo piso del silencio.

Ven a mi propio ser, al alba mía,
hasta las soledades coronadas.
El reino muerto vive todavía.

Y en el reloj la sombra sanguinaria
del cóndor cruza como una ave negra
 

IX

Aguila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna. Estatua de los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.
Ola de plata, dirección del tiempo.
 

X

Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo ?
Aire en el aire, el hombre dónde estuvo ?
Tiempo en el tiempo, el hombre dónde estuvo ?
Fuiste también el pedacito roto
de hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba ?
La pobre mano, el pie, la pobre vida....
Los días de luz deshilachada
en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta, 
dieron pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía ?

Hambre, coral del hombre,
hambre, planta secreta, raíz de leñadores,
hambre subió tu raya de arrecife
hasta estas alta torres desprendidas ?

Yo te interrogo, sal de los caminos,
muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de la piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entrada hasta tocar al hombre.

Macchu Picchu, pusiste
piedra en la piedra, y en la base harapo ?                   
Carbón sobre carbón , y en el fondo la lagrima ?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre ?
Devuélveme el esclavo que enterraste !
Sacude de las tierras el pan duro
del siervo y su ventana.
Dime como durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro ! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra y si cayo bajo ella
como bajo la luna, con el sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una luna, con el sueño !
Antigua América, novia sumergida,
también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mezclándose al trueno de los tambores y de las danzas,
también, también tus dedos,
los que la ropa abstracta y la línea del frío, los
que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron
hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,
también, también, América enterrada, guardaste en lo más bajo,
en el amargo intestino, como un águila, el hambre ?
 

XI

A TRAVES del confuso esplendor,
a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano
y deja que en mí  palpite, como un ave mil años prisionera,
el viejo corazón del olvidado !
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es mas ancha que el mar,
porque el hombre es mas ancho que el mar y que sus islas,
 y hay que caer en él como un pozo para salir del fondo
con un ramo de agua secreta y de verdades sumergidas.
Déjame olvidar ancha piedra, la proporción poderosa,
la trascendente medida, las piedras del panal,
y de la escuadra déjame hoy resbalar
la mano sobre la hipotenusa de áspera sangre y cilicio.
Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor furibundo
me golpea las sienes en el orden del vuelo
y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío
de las escalinatas diagonales, no veo a la bestia veloz,
no veo el ciego ciclo de las garras,
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo un cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil  mujeres,
bajo la racha negra, negros de lluvia y de noche,
con la piedra pesada de la estatua:
Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha,
Juan Comefrio, hijo de la estrella verde,
Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,
sube a nacer conmigo, hermano.
 

XII

S U B E  a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado :
domador de guanacos tutelares :
albañil de andamio desafiado :
aguador de lagrimas andinas :
agricultor temblando en la semilla :
alfarero en tu greda derramado :
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme, aquí fui castigado,
por que la joya no brilló la tierra
no entregó a tiempo la piedra el grano :
señaladme la piedra en caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos esterales.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a ni boca.

Hablad por mis palabras y por mi sangre.
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